El Primer beso
Tenía un nudo en la garganta y empezó a sudar.
Hacia tiempo que le ocurría.
Ya no podía contener esas sensaciones, pero tampoco abrirles paso.
Tenía que hacer algo.
Estaban
allí de pie, uno delante del otro, sonriendo, en una plaza.
En ese
instante vió la Iglesia, la mano de ella rozó la suya. Y el
contacto le sobresaltó. Fué suave y eléctrico y, en su simpleza,
lo único necesario para ahuyentar los recuerdos en los que no
deseaba pensar. No quería pensar en su vida, como habia sido hasta
ese momento.
No ahora. Se sentía feliz, como hacía tiempo que no lo era.
Se detuvo
de pronto delante del portón de la Iglesia.
Se acercó y la llamó por su nombre.
Ella iba un paso por
detrás y, cuando se volvió, la diferencia de altura dejó su
cara justo a la altura de la suya.
---¿Entramos?---
preguntó y, ella no contestó. Le tendió la mano, entraron,
recorrieron nerviosos los pasillos estrechos, reían, las imagenes de Vírgenes, de Santos, a ambos
lados, la penunbra, aquel olor a cirio, a cerrado, a incienso, a ...
y, en ese momento, movido por no sabía qué impulso, adelantó el
pie, le cogió la cara entre sus manos y le besó los labios con
suavidad.
Al sentir el contacto de su boca, ella se quedó rígida y él notó que volvía
a caer presa del pánico.
Hacía calor. El aire estaba espeso.
Palideció, temblaba, parecía de cera, de cerámica... de mármol cálido.
Quizás mutó en el mismo material que él de la imágenes religiosas que les observaban.
Le acarició el pelo, respiró profundamente y se tranquilizó, de pronto se abandonó
al beso y se lo ofreció sin reservas.
Despacio, muy despacio, ella abrió
la boca y él, muerto de miedo, pero lleno de alegría ante su correspondencia, buscó la
lengua de ella con la suya. Comprendió que no la habían besado
antes nunca, pero el instinto guiaba la lengua de ella hacia la de
él, cerró los ojos, aspiró todo el perfume que emanaba su cuerpo, aquel perfume que horas antes habian compartido, que llevaba impregnado en la garganta y sintió que le flaqueaban las rodillas.
Con los
ojos cerrados la atrajo hacia sí y no los abrió hasta unos segundos
más tarde.
Lo primero que vió fueron los ojos de ella, y en ellos,
un reflejo de lo que él mismo sentía.
Mientras
reemprendian el camino de vuelta uno junto al otro, sin ni siquiera cojerse de la mano, despacio, en
silencio, el sabor de aquél primer beso se mantuvo en sus labios.
Las palabras no querían salir de sus bocas, para que no escapara el aliento del beso.
Se miraron cómplices, callados.
Era como
si ni siquiera hubiese existido.
Pero ambos
sabían que todo había cambiado...."
Lilith
