Uno de los regalos estrella de la Navidad de hace 10 años fue el conversor de moneda, una suerte de calculadora muy rudimentaria que traducía los euros a pesetas. Podía comprarse en cualquiera de aquellas tiendas de todo a cien (100 pesetas, se entiende), que tardaron muy poco en reconvertirse a todo a un euro (166,386 pesetas, un 66% más). Una conversión al alza que se popularizó en aquel final de 2001, entre otras cosas, porque España, junto con Grecia (un euro equivalía a 340 dracmas) y Holanda (un euro, 2,20 florines), era uno de los países en los que a los consumidores les costaba mucho más calcular el coste de las cosas en la nueva moneda.
Ni un euro eran 100 pesetas ni 50 céntimos equivalían a cinco duros, pero los cálculos mentales hacían trampas al solitario y ello favoreció la tolerancia a aquellos redondeos al alza de comercios y restaurantes: el café de 100 pesetas se transformó de la noche a la mañana -en un euro (66 pesetas más caro).-
Ilusión monetaria porque en términos nominales la cifra a abonar es inferior.
Y España partía de unos niveles de inflación casi un punto superior a la eurozona.
Los precios en España se dispararon un 4% aquel primer año del euro (un 2,5% en toda la eurozona solo el primer mes), el doble del objetivo oficial, por los redondeos, la subida de impuestos y los carburantes.
Eso sí, la inflación psicológica creció mucho más que la real. La mayor parte del incremento de precios y redondeos al alza se dio en los bienes de consumo frecuente (alimentos, bebidas, restauración, comunicaciones, prensa...), que representan alrededor de un 50% del índice de precios de consumo (IPC) y generan una especie de inflación percibida superior a la que luego publica el Instituto Nacional de Estadística (INE).
La ventaja que nos vendieron en su momento: la moneda común "ayuda mucho a las exportaciones, pero no tanto en la zona euro, donde ya habían crecido por la unión económica, sino fuera de la eurozona, porque mejoró la credibilidad y la estabilidad de la moneda, y porque redujo los tipos de interés".
Actualmente A pesar de que la zona euro se precipita hacia un colapso, la mayoría de la gente está asumiendo que, al final, los líderes europeos realizarán todo lo que sea necesario para salvar a la moneda única. Esto se debe a que las consecuencias de la destrucción del euro son tan catastróficas que no formular políticas sensatas podían permitir que eso suceda
Y han caído seis gobiernos con la crisis del euro. Las noticias que nos llegan añaden que "el riesgo de que la moneda se desintegre en semanas es alarmantemente elevado".
Ya no es suficiente con el apoyo del BCE, el rescate a Grecia y las reformas en Italia y en España, (reformas que van a ser tremendamente duras), sino que ahora es necesario también que se "cree un instrumento de deuda en el que los inversores puedan confiar". Sin embargo, para poder crear este instrumento es necesario un "intercambio político": los países de la periferia recibirían "apoyo financiero a cambio de las reformas que demandan Alemania y el resto de países más fuertes".
Y nosotros sin información y en la sala de espera.
Feliz año 2012...
Lilith