En el nocturno paisaje de la ciudad que
duerme
veo la clara luz de tu ventana
y tras de ella a ti,
ensimismada y leve, como una hache,
bajo tu rostro alegre y tus
ojos de agua.
Te imagino distraída, líquida y liviana,
buscando
alguna fórmula, entre sueños mojados,
que te enseñe a
vivir.
Vivir como tú quieres: dulce, lejana; mar.
A ratos
volviéndote al espejo
para buscar una sonrisa cómplice y
amena
que, poco a poco, diluya tu vigilia
hasta hacerte flotar,
como flota la luz de tu ventana,
sobre el vertiginoso añil de la
ciudad.
Roberto Marcos.
Un abrazo . Mil gracias.