(29 de Mayo de 1892 - 25 de Octubre de 1938)
Seguro que más de uno y una habéis oído alguna vez la canción de Alfonsina y el Mar... a mí siempre me emociona, por un recuerdo muy personal.
Esta hermosa canción está dedicada a una poetisa Alfonsina Storni Martignoni, nació en Sala Capriasca, (Suiza) el 29 de mayo de 1892 y murió en Argentina el 25 de octubre de 1938 fue una poetisa y escritora argentina del Modenismo.
Sus poesías, son tremendamente bellas, emotivas.
«Estoy en San Juan, tengo cuatro años; me veo colorada, redonda, chatilla y fea. Sentada en el umbral de mi casa, muevo los labios como leyendo un libro que tengo en la mano y espío con el rabo del ojo el efecto que causo en el transeúnte. Unos primos me avergüenzan gritándome que tengo el libro al revés y corro a llorar detrás de la puerta».
Al terminar el año de 1911, decide trasladarse a Buenos Aires.
«En su maleta traía pobre y escasa ropa, unos libros de Darío y sus versos».
El nacimiento de su hijo Alejandro, el 21 de abril de 1912, define en su vida una actitud de mujer que se enfrenta sola a sus decisiones. Fue madre soltera.
Storni ejerció como maestra en diferentes establecimientos educativos y escribió sus poesías y algunas obras de teatro durante este período. Su prosa es feminista, ya que busca en ella la igualdad entre el hombre y la mujer, y según la crítica, posee una originalidad que cambió el sentido de las letras de Latinoamérica. Otros dividen su obra en dos partes: una de corte romántico, que trata el tema desde el punto de vista erótico y sensual y muestra resentimiento hacia la figura del hombre, y una segunda etapa en la que deja de lado el erotismo y muestra el tema desde un punto de vista más abstracto y reflexivo.
En junio de 1916, aparece en Mundo Argentino un poema titulado «Versos otoñales». Aunque los versos son apenas aceptables, sorprende su capacidad de mirarse por dentro, que por entonces no era común en los poetas de su generación.
Amado Nervo, el poeta mejicano paladín del modernismo junto con Rubén Darío, publica sus poemas también en Mundo Argentino, y esto da una idea de lo que significaría para ella, una muchacha desconocida, de provincia, el haber llegado hasta aquellas páginas.
Su voluntad no la abandona, y sigue escribiendo. En mejores condiciones publica «El dulce daño», en 1918. «Ese año vino Alfonsina por primera vez a Montevideo. Era joven y parecía alegre; por lo menos su conversación era chispeante, a veces muy aguda, a veces también sarcástica. Levantó una ola de admiración y simpatía… Un núcleo de lo más granado de la sociedad y de la gente intelectual la rodeó siguiéndola por todos lados. Alfonsina, en ese momento, pudo sentirse un poco reina».
«La civilización borra cada vez más las diferencias de sexo, porque levanta a hombre y mujer a seres pensantes y mezcla en aquel ápice lo que parecieran características propias de cada sexo y que no eran más que estados de insuficiencia mental. Como afirmación de esta limpia verdad, la Intendencia de Buenos Aires declara, en su ciudad, noble la condición femenina», afirma Alfonsina.
«La civilización borra cada vez más las diferencias de sexo, porque levanta a hombre y mujer a seres pensantes y mezcla en aquel ápice lo que parecieran características propias de cada sexo y que no eran más que estados de insuficiencia mental. Como afirmación de esta limpia verdad, la Intendencia de Buenos Aires declara, en su ciudad, noble la condición femenina», afirma Alfonsina.
En la Peña del café Tortoni conoció a Federico García Lorca, durante la permanencia del poeta en Buenos Aires entre octubre de 1933 y febrero de 1934.
Fue diagnosticada de un cáncer de mama, del cual fue operada. La masterectomía le dejó grandes cicatrices físicas y emocionales. Siempre había sufrido de depresión, paranoia y ataques de nervios, pero ahora los síntomas de enfermedad mental se recrudecieron. Se realizó un estudio de quirología cuyo diagnóstico no fue el esperado. Esto la deprimió profundamente, provocándole un cambio radical en su carácter, ya no visitó más a sus amistades y no podía admitir sus limitaciones físicas; deseaba vivir pero no aceptaba los tratamientos impuestos por los médicos.
Hacia mitad de año apareció «Mascarilla y trébol» y una «Antología poética» con sus poemas preferidos. Los meses que siguen fueron de incertidumbre y temor por la renuencia de la enfermedad. El 23 de octubre viajó a Mar del Plata y hacia la una de la madrugada del martes veinticinco Alfonsina abandonó su habitación y se dirigió al mar.
Se suicidó en Mar del Plata arrojándose de la escollera del Club Argentino de Mujeres tenía 46 años. Esa mañana, dos obreros descubrieron el cadáver en la playa.
A la tarde, los diarios titulaban sus ediciones con la noticia:
«Ha muerto trágicamente Alfonsina Storni, gran poetisa de América».
Hay versiones románticas que dicen que se internó lentamente en el mar. Su cuerpo fue velado inicialmente en esa ciudad balnearia y finalmente en Buenos Aires.
Actualmente sus restos se encuentran enterrados en el Cementerio de la Chacarita, en la ciudad de Buenos Aires.
Oye: yo era como un mar dormido...
Oye: yo era como un mar dormido.
Me despertaste y la tempestad ha estallado.
Sacudo mis olas, hundo mis buques,
subo al cielo y castigo estrellas,
me avergüenzo y escondo entre mis pliegues,
enloquezco y mato mis peces.
No me mires con miedo. Tú lo has querido.
Alfonsina Storni.
Escuchad la canción, a la que me refería interpretada por Mercedes Sosa. Un lujo.