El
viernes pasado en la presentación de mi libro POEMAS DE MADRUGADA
tuve la suerte de contar con un padrino especial, mi amigo José
María Angel, alcalde la la Eliana que dentro de su siempre
inteligente, ameno e improvisado discurso ... nombró el concepto de
"Le flâneur", concepto que en una ocasión ya me había
comentado.
A una transeúnte, de Charles Baudelaire
La calle atronadora aullaba en torno mío.
Alta, esbelta, enlutada, con un dolor de reina
Una dama pasó, que con gesto fastuoso
Recogía, oscilantes, las vueltas de sus velos,
Agilísima y noble, con dos piernas marmóreas.
De súbito bebí, con crispación de loco.
Y en su mirada lívida, centro de mil tomados,
El placer que aniquila, la miel paralizante.
Un relámpago. Noche. Fugitiva belleza
Cuya mirada me hizo, de un golpe, renacer.
¿Salvo en la eternidad, no he de verte jamás?
¡En todo caso lejos, ya tarde, tal vez nunca!
Que no sé a dónde huiste, ni sospechas mi ruta,
¡Tú a quien hubiese amado. Oh tú, que lo supiste!
A
mi me ha atraíado desde siempre.
Si
no recuerdo mal, la primera vez que se habla del concepto de "Le
flâneur" es un comentario que hace Baudelaire de un cuento de
Edgar Allan Poe, "El hombre en la multitud".
Y
el "flâneur" no es más que
eso, el urbanita que pasea por la ciudad y se va deteniendo en los
escaparates, las tiendas, los parques, sin ninguna intención concreta. Es un
poeta urbano que canta a sus conciudadanos, personajes anónimos,
gentes que salen de sus casas, al trabajo, de paseo, o de compras,
una multitud de seres
que se cruzan en sus quehaceres diarios, observa, lo que sucede en
las calles, en las tiendas, en las terrazas de los cafés, kioskos de
revistas y libros, bares, etc. Ese lugar, a medio camino entre la
calle y el interior; es el hábitat ideal para el paseante, le
suministra temas de observación y experiencia emocional continua.
¿Cuáles
son los lugares preferidos del "Flâneur"?
"Los
paisajes", "Las ciudades", "Los viajeros".
Por
el género de experiencias vividas, compartidas, por el simple hecho
de ser habitantes de una ciudad...tal vez seres anónimos, con una
vida, un pasado, sentimientos, una esperanza, un futuro...
La
posibilidad de observar, de percibir, de emocionarse.
Le
gusta prestar atención a lo imprevisto, a lo nuevo, a lo
desconocido que pasa a su alrededor.
Baudelaire
no pretende crear una tipología a la que hayan de adaptarse la
pluralidad y variedad irreductible de la naturaleza humana. Sus
personajes singulares, transfigurados por la fuerza de sus versos,
responden, según dicen sus estudiosos, a hombres y mujeres reales,
mendigos, señores, prostitutas, pobres... jóvenes que él conoció
y con los que compartió sus noches de bohemia y sus días de
deambular afanoso por la ciudad.
Su poema“A una transeúnte”, en el que se cruzan un paseante y una hermosa desconocida.
A una transeúnte, de Charles Baudelaire
La calle atronadora aullaba en torno mío.
Alta, esbelta, enlutada, con un dolor de reina
Una dama pasó, que con gesto fastuoso
Recogía, oscilantes, las vueltas de sus velos,
Agilísima y noble, con dos piernas marmóreas.
De súbito bebí, con crispación de loco.
Y en su mirada lívida, centro de mil tomados,
El placer que aniquila, la miel paralizante.
Un relámpago. Noche. Fugitiva belleza
Cuya mirada me hizo, de un golpe, renacer.
¿Salvo en la eternidad, no he de verte jamás?
¡En todo caso lejos, ya tarde, tal vez nunca!
Que no sé a dónde huiste, ni sospechas mi ruta,
¡Tú a quien hubiese amado. Oh tú, que lo supiste!
El
poeta urbano quería que su poesía fuese espejo para sus
protagonistas, convertidos, a la vez, en público- lector de sus
propias vivencias.
Estas
descripciones pueden adaptarse, a la perfección, al ritmo del flâneur,
que coge al instante una expresión, un gesto, una mirada, el
vuelo del vestido de una muchacha. En medio de esas gentes Baudelaire
se siente un privilegiado, ya que “no a todo el mundo le es dado
tomar un baño de multitudes: gozar de la muchedumbre es una arte”,
como dice en el poema en prosa “Las multitudes”. Os recomiendo su
lectura.
A
mí me gusta mucho pasear así, y tengo la teoría, bastante
confirmada, de que los habitantes de los pisos altos se acuestan más
tarde. Viven menos el contacto con sus semejantes, vivir a ras de suelo y disfrutar y compartir la ciudad te ofrece la posibilidad de poder mirar a los ojos a los transeuntes que te cruzas a diario y percibir sus emociones.
Imaginarse
cómo viven, que hacen, que sienten ... qué ocurre en esos pisos, en las casas, detrás de esas luces encendidas, me
parece muy sugerente.
Gracias,
José María.
Lilith.
Lilith.