Esta
noche estoy callada
porque
no tengo necesidad de hablar
me
acompañan voces calladas y amadas
de
aquellos que vivieron y murieron
o
de aquellos que ha desaparecido como los muertos.
Los
muertos, los que jamás envejecieron
y
los guardaron, con lágrimas y pesares en un bello cementerio
recuerdan
con su sonrisa fotográfica que serán eternemante jóvenes.
Oliendo
a rosas, claveles y floreros de jazmín.
Suena
triste pero es más verdad que el silencio.
Y
estoy callada, encallada, encamada.
Anoche
hablé hasta que me dolió la comisura
de los labios.
Y siento que se asemejan a los deseos de trenes que pasaron
de los labios.
Y siento que se asemejan a los deseos de trenes que pasaron
sin
cumplirse; sin deternerse, sin estación feliz
sin
disfrutar de las venideras noches de placer,
o
de futuras mañanas luminosas.
Y con su recuerdo, regresan y por un instante retornan
ecos de la primera poesía de la vida nuestra
como una música, en la noche, lejana, que se apaga.
Pero anoche era una pantera.
Ahora soy aquella, la hija del hombre:
sin mañana
sin semilla
sin voz.
Sólo una idea perdida, una infinita luz en el firmamento
sin
cuerpo, sin estela, sin querer
una
mota de polvo en el camino,
un
átomo de alguna sustancia inmaterial.
Un
sola voz que alimenta el espíritu en el pensamiento.
... pero
que me resulta tan vacia como una extraña.
Lilith.