el sur

Mi cuerpo desnudo y delgado lucia bronceado. Era verano.
Mi vientre, mis hombros, mi ombligo, mis senos, guardaban la luz cegadora de la tarde, todo el sol cautivado.
Tus ojos brillaban con la claridad y la luz de las es...trellas, eras una luna matutina, equivocada de hora y de estela, la luz del alba y la suave aurora de las tinieblas.
Amanecía... mis recuedos se balanceaban sorprendidos en su sueño. Desperté en tu cama marina con olor a salitre, como cada mañana.
Me miras con ojos de deseo, como Neptuno, me abraso en tu abrazo como un río de fuego marino. Recorres con tu lengua mi cuerpo, tus caricias se detienen y me deleitan. Mi cuerpo te recibe como a un peregrino sediento. Mil escalofríos se instalan en mi playa, oigo el canto de las sirenas de Ulises.
Estremecimiento y deseo, se que pretendes devorarme. Hambriento de mi cuerpo, ... tu sudor, tu saliva empapa mis carnes y en el mar de tu boca, nado, en las columnas de mis piernas te sostienes para finalmente hundirte en el lento vaivén de mis caderas, oleaje silencioso de tu sexo...el deseo aflora por cada poro...tan cerca... tan mío...
Besos de agua, caricias de olas blancas, arena en el alma.
Gemidos, suspiros, y el choque brutal de tus ojos sobre los mios.
Soplos de viento de huracán en mis labios.
Mareas de lenguas transparentes y húmedas llenan mi boca, mi cuerpo, mi gruta de roca dulce de sal, mientras los sollozos de gozo suben por mi garganta como aullidos de ballenas varadas moribundas.
... Me cubro el rostro con las sábanas blancas hechas de olas y dejo volar todos los pájaros prisioneros del alba.
Pletóricos cuerpos, infinitos besos, inmensidad latente, eternidad compacta... Todo encaja, siento la perfecta simetría, abierta y húmeda... impregnada de la luz del faro de tu mar bravío.
Y siento el salpicar del amor, repleto de inquietud y desvaríos. Gozoso.
La brisa de tu risa me rescata del naufragio de la vida.
Inconscientemente mi mano se hunde en la playa de tu cuerpo e intento que éste momento se detenga. Como quien aprieta un puñado de arena, la acomodo en el hueco de mi mano. Quisiera robarle a la playa un instante, y la arenisca se escabulle poco a poco entre mis dedos. Hasta no quedar nada.
Cierro los ojos... e imagino como sonrie la luna.
Y sé que por más que apriete mi mano... se escapará cada minúsculo grano de arena inevitablemente hasta no quedarme nada...
Tal vez de la misma manera desapareceras de mi vida, las circunstancias ... las rutinas, me alejaran de tu orilla.
Siempre fuiste un ave de paso, nunca dijiste que cambiarias de vuelo...
Sabía que no anidarías en ningún acantilado.
Entonces, volveré a mi puerto, trazaré la ruta de mi propia vida, sin arrastrar un alma partida en dos, sin miedo a la devoción de amarte, sin gozar el dolor de quererte y el placer desgarrador de desearte, caminando a solas, tal vez a la deriva... apagando el brillo de las caracolas marinas de tus besos de mar, tan intensos, tan inmensos, e iré borrando senderos, destruyendo los mapas, desconociendo atajos, sin perseguir estrellas, sin formular deseos... tiraré la brújula que me regalaste aquel amanecer ...
Volviendo a mi Norte... y olvidando, si puedo,
que un día conocí el Sur.