Yo creo que Carrillo ha muerto, siendo y como pensaba, joven.
Ha escrito muchos libros de memorias, pero seguro que se ha callado lo más interesante…o lo más comprometido. O lo más pactado (cuántos secretos se han ido con él, cuántas anécdotas se podrían contar sobre su persona y sus circunstancias).
Siempre que en alguna tertulia he defendido la labor de Santiago Carrillo, durante estos últimos treinta años, han aludido al tema de Paracuellos. Y hoy me he vuelto a informar. Y como homenaje, y en su recuerdo quisiera dedicar este post.
Las llamadas matanzas de Paracuellos fueron una serie de episodios de asesinatos masivos organizados durante la Batalla de Madrid, en el transcurso de la Guerra Civil Española, y que llevaron a la muerte de varios miles de prisioneros considerados opuestos al bando republicano. Los hechos se desarrollaron en los parajes del arroyo de San José, en Paracuellos de Jarama, y en el soto de Aldovea, en el término municipal de Torrejón de Ardoz, ambos lugares cercanos a la ciudad de Madrid. Las matanzas se realizaron aprovechando los traslados de presos de diversas cárceles madrileñas.
A primera hora de la mañana del 7 de noviembre de 1936, pocos meses después de estallar la Guerra Civil, llegaron al pueblo madrileño de Paracuellos del Jarama tres autobuses de dos pisos junto a varios camiones llenos de milicianos. En una zona próxima a la vega del río ordenaron descender a los presos, maniatados y sin defensa. Los milicianos descargaron sus armas automáticas. Murieron miles de defensores del bando golpista.
Víctimas que han servido de metralla para acusar a Santiago Carrillo, delegado de Orden Público y miembro de la Junta de Defensa de Madrid, de ser el responsable directo de lo ocurrido, la voz que dio la orden para perpetrar la masacre.
Carrillo jamás negó la matanza: "Lamento mucho aquello, pero no pude evitarlo, ni yo ni nadie", dijo en más de una ocasión. "¿Se imaginan una ciudad sitiada, bombardeada a diario, en la que mueren niños, mujeres, viejos? ¿Se imaginan el odio que había?". "Mi responsabilidad fue no tener la suficiente fuerza ni los suficientes medios para evitar que la gente atacase y asesinara a gente de la derecha", recordaba. Carrillo siempre negó su participación, aunque desde la derecha siempre se le acusó de haber amparado o permitido los fusilamientos. Se sabe qué pasó Paracuellos: "Paracuellos se produjo porque había un odio feroz por lo que habían hecho los fascistas y un profundo deseo de revancha. Paracuellos fue terrible, pero yo lo entiendo por el pánico que existía. Había un clima de terror, de psicosis colectiva".
Las víctimas fueron enterradas en fosas comunes en las localidades de Paracuellos del Jarama y Torrejón de Ardoz. Nadie duda que fue una masacre. Hubo una pistola humeante. Pero, hasta el momento, ningún historiador ha conseguido saber con absoluta certeza quién la disparó. Esos hechos se produjeron entre el 7 de noviembre y el 4 de diciembre de 1936 cuando un joven Carrillo de apenas veintiún años era consejero de Orden Público de la Junta de Defensa de Madrid.
Mucho han escrito los historiadores, como Ian Gibson, Carlos Fernandez, o Ricardo de la Cierva, sobre la matanza de Paracuellos, intentando buscar un culpable, pero poco han explicado que los franquistas, después del golpe militar y la guerra, se cuidaron de airear sus muertos, que fueron registrados uno por uno en lo que denominaron "la causa general", mientras minimizaban, manipulaban y ocultaban las cifras de la tremenda represión franquista, entre otras razones porque seguían reprimiendo.Y porque me parece que es indigno no ayudar a los familiares actuales a localizar los restos de sus antepasados enterrados en fosas anónimas. Porque las otras víctimas de la violencia republicana (muchas inocentes y bien contadas gracias a la eficacia de la Causa General incoada por el franquismo) ya tuvieron su restitución oficial, sus muertes reconocidas, sus tumbas honradas, sus deudos gratificados.
Carrillo fue un hombre conciliador, competente, inteligente, lúcido, imprescindible en la transición española, y en la evolución del partido comunista de España.
Podría escribir muchos folios sobre Santiago Carrillo, pero no lo voy a hacer, sólo decir que para mi, tiene todo mi respeto.
Un gran conversador, y valiente en circunstancias difíciles; cuando hay que demostrarlo.
Le recuerdo sólo, sentado en el hemiciclo, con Suarez en el primer banco el 23 f. y los matones disparando.
Memorable.
DEP.
Hasta siempre, Compañero.
Salud y República.
Lilith