Aquel que quiere viajar feliz, debe viajar ligero.
(Chere Gónzalez)
Antoine de Saint-Exupery (1900-1944) Escritor francés.
Al iniciar este camino ten presente que: no vayas detrás de mi, que igual no te puedo guiar, no vayas delante de mi, que igual no te puedo seguir, simplemente ve a mi lado como un buen amigo. Rodrigo Díaz, el Cid.
Al iniciar este camino ten presente que: no vayas detrás de mi, que igual no te puedo guiar, no vayas delante de mi, que igual no te puedo seguir, simplemente ve a mi lado como un buen amigo. Rodrigo Díaz, el Cid.
Los viajes son los viajeros. Lo que vemos no es lo que vemos, sino lo que somos. Fernando Pessoa (1888-1935) Poeta portugués.
PARÍS...TOUJOURS?
Reservó los billetes y el hotel enseguida, con
mucha antelación. Se pasó días buscando información, marcando recorridos en el
plano, descartando visitas por falta de tiempo, consultando el mercado de
divisas para hacer el cambio de moneda más favorable, practicando el idioma con
el espejo... Casi se aprendió de memoria las líneas de metro y puso a punto la
cámara fotográfica y la de vídeo ¿Quién no ha soñado alguna vez con este viaje?
Una semana en una ciudad tan romántica, solos los dos y con los gastos pagados.
¡Vaya regalazo les habían hecho!
...7 días después...
Durante el viaje descubrió muchas cosas
maravillosas, importantes: nuevos lugares, otra cultura, otras costumbres, otra
luz... Una nueva luz que iluminó su vida, hasta ese momento en penumbra. No fue
en aquel momento, fue poco a poco, pasando los días y repasando las fotografías
y los recuerdos. Aquella semana se convirtió en la confirmación de que la
cuenta atrás hacia tiempo que se había iniciado. A partir de ahí los
acontecimientos se precipitaron uno a uno, gota a gota hasta desbordar el vaso.
...en la actualidad...
Todavía continúan cayendo, casi
imperceptibles. Como aquella fina lluvia inesperada que culmina en una tormenta
furiosa y convierte las calles en ríos de aguas bravas precedida de un sol
radiante. Como aquella tarde paseando por una avenida de París.
Ahora vive debajo del Arco Iris.
(Patricia Corpas Gutiérrez )
Viaje por la melancolía
Cruces de Mayo
y velo negro.
En el viaje de retorno ,
salto un siglo.
Mi sueño se vuelve azul ,
un manantial de cielo liquido
…Y allí ,
por las azoteas
de otros tiempos,
espera ……
Siempre fiel,
el sueño
de querer guardar
un trozo de nube
en una caja.
En la última gramola
suenan jotas
Charcos y botas
negras bajo la lluvia.
La niña sueña.
La fantasía navega
sobre el agua turbia
(Patricia Corpas Gutiérrez )
Viaje por la melancolía
Cruces de Mayo
y velo negro.
En el viaje de retorno ,
salto un siglo.
Mi sueño se vuelve azul ,
un manantial de cielo liquido
…Y allí ,
por las azoteas
de otros tiempos,
espera ……
Siempre fiel,
el sueño
de querer guardar
un trozo de nube
en una caja.
En la última gramola
suenan jotas
Charcos y botas
negras bajo la lluvia.
La niña sueña.
La fantasía navega
sobre el agua turbia
El
vuelo era de Alitalia, el piloto estaba harto de volar (supongo) pero aún más
de tener que esperar a que un avión de Lufthansa nos dejara el
"finger" libre para poder desembarcar. Una hora estuvimos parados,
después de no se cuantas de vuelo desde Milán directo al Los Angeles
Airport...El Sol nos quemó luego de pasar los controles, los estrictos
controles de los estadounidenses. Pero ya estábamos allí y nos paseamos por el
Hollywood Boulevar, leyendo las estrellas y las huellas de los famosos. Andamos
entre bañistas, surferos y patinadores por las playas de Venice. Para visitar
despues los Conventos, las Misiones de los frailes que siguieron al de Petra,
al mallorquín Fray Junípero Serra. Santa Mónica, Santa Bárbara, Morro Bay, para
volver al centro de Los Angeles a ver la misión que creó la ciudad y el famoso hotel
de los ascensores exteriores de cristal transparente, donde era fácil ver a los
famosos y las estrellas. Recorrer en auto, andar es imposible en esa ciudad,
las calles kilométricas, y no es una exageración, además de circular por
autopistas de diez calzadas con los coches circulando como si pisaran huevos...
hasta que un no sé que de película hizo que nos paráramos y conco o seis
helicópteros revoloteaban por encima de nosotros... y así seguiría por los
barrios donde tan solo se escucha español, con acento mexicano... y hay
talleres que coses ropas o venden cualquier cosa... pero había que subir al
Museo Gethy, con sus maravillosas vistas sobre toda la ciudad... lo único era
que casi todo ya lo habíamos visto una y otra vez en las mil películas rodadas
cerca de la MGM o la Fox o la Paramount... la sensación del "dejà vu"
es paralizadora... tan paralizadora que no sigo... quizá otro día... no sé
igual os cuento lo de las bodegas del valle de Napa o lo del tranvía de San
Francisco... puede, pero, de momento lo dejo aquí, no quiero cansaros... quizá
escriba un libro y no quiero que, si lo compraseis, os sonara a... "dejà
vú". (Vicente Viguer)
ANDAINAS
Camiños de terra
camiños de aire
camiños de auga,
camiños de lume
e tamén de fume
percorro camiños.
Volta paseniño
volta como
lóstrego
e cando fico
quietiña
coa mirada
perdida,
viaxo o mundo
enteiro.
Viaxes certeiras,
de luz e de vida
que te fartan e
medran.
Viaxes erradas,
de tropezos nas
pedras
que te tornan á
meta
e repites andaina,
viaxes miles de
viaxeira.
(Mar Beres)
VIAJE A VAN DOS
Me llamo Inés. Tengo cincuenta y cuatro años. Tengo callos en los pies y también a juzgar por ciertas mañanas que a mi misma me incomodan, un aliento que tumba de espaldas, no tengo títulos, siempre he sido pobre, tengo tres hijos y vivo sola con dos perros gordos y perezosos como a veces soy amable, los miércoles y sábados viene a verme mi amiga que también se llama Inés ,dice pobre ilusa que vamos hacer un viaje donde el movimiento se demuestra huyendo, donde acometeremos la ultima peregrinación alrededor del mundo, nos embarcaremos en un ferry con rumbo a Genova donde
Barcelona se disolverá en el Mediterráneo. En el horizonte nuestra incertidumbre del viajero que sabe de donde parte pero no ni idea del lugar del regreso.....Dice mi amiga que compartiremos, la Aventura comeros pan y vino cabalgando junto a los cuatro jinetes, con el mayor estilo posible por una tierras sacudidas, a las puertas de una REBELION.
Me llamo Inés. Tengo cincuenta y cuatro años. Tengo callos en los pies y también a juzgar por ciertas mañanas que a mi misma me incomodan, un aliento que tumba de espaldas, no tengo títulos, siempre he sido pobre, tengo tres hijos y vivo sola con dos perros gordos y perezosos como a veces soy amable, los miércoles y sábados viene a verme mi amiga que también se llama Inés ,dice pobre ilusa que vamos hacer un viaje donde el movimiento se demuestra huyendo, donde acometeremos la ultima peregrinación alrededor del mundo, nos embarcaremos en un ferry con rumbo a Genova donde
Barcelona se disolverá en el Mediterráneo. En el horizonte nuestra incertidumbre del viajero que sabe de donde parte pero no ni idea del lugar del regreso.....Dice mi amiga que compartiremos, la Aventura comeros pan y vino cabalgando junto a los cuatro jinetes, con el mayor estilo posible por una tierras sacudidas, a las puertas de una REBELION.
Me llamo Inés. Tengo cincuenta y cuatro años, tinto canas de colores y tengo lumbago...
Viaje deseado.
Quero unha viaxe,
de encontros desexados
de amigos virtuais,
de amistades confirmadas
En bus
en tren
ou...a dedo..
coma nos vellos tempos
Para sentir mais preto,
e facer realidades,
soños de amistades.....
A Madrid me vouuuuuuu.....
Esa cidade anhelada,
para compartir...
xantares....
abrazos...
bikos.....
e presenzas desexadas...
Algunha poesia...
con verbas feitizadas!!!!!!
(Miguel Fernández Fernández)
(Miguel Fernández Fernández)
No Se Si Lo Soñe,
lo leí, lo escribí, o estuve...
Era inevitable.
Siempre pasaba algo, en casi todos los pasos hubo accidentes.
Había llegado a
aquella ciudad hacía unas horas. Busqué habitación en una de las pensiones del
pueblo y después de dejar la bolsa con mi ropa, cerrada sobre la cama, salí y
caminé hasta la explanada donde relató su historia.
No se puede
imaginar como era esto hace treinta y muchos, cuarenta años. La mayoría de los
muebles que se vendían por toda la comarca salían de este lugar. Dos grandes
naves en las que trabajaban medio centenar de personas estaban aquí mismo,
donde ahora crecen las hierbas. Mira uno el solar ahora y resulta difícil
creerlo. Si escarba usted un poco, encontrará restos de lo que fue el suelo de
ellas.
Baldomero Galaz
Pacheco tenía sesenta y cuatro años y montones de recuerdos tras unos ojos
azules que brillaban vacíos mientras hablaba. Me destacaron a esta brigada con
tan solo veinte años y aquí dejé mis ojos el día de la explosión. Lo quise
dejar muchas veces, era mucha la responsabilidad, en ocasiones la radio no
funcionaba y escuchabas las vías silbar anunciando la llegada de un tren que no
pararía. Una tiritona invadía entonces el cuerpo y los músculos endurecían
mientras corrías a las barreras. Hasta que no estaban las dos bajadas el
corazón no volvía a latir. Siempre había de que asustarse, un carro cargado de
leña, el rebaño del pastor que se amontonaba cerca de las barreras empujado con
los ladridos de un perro con casi tanto hambre como inteligencia, las
caballerías del cuartel que siempre acababan estando en mal sitio o en mala
hora. Bajaba las barreras y el vacío que generaba el tren a su paso se llevaba
por un instante esos pensamientos. Se llevaba el miedo, que volvía a mí cuando
se hacía el silencio y las barreras apuntaban de nuevo al cielo. Esos
pensamientos que me observaban dormido o entretenido mirando algún animal, o
concentrado en las voces de algún serial de radio y que vaticinaban que antes o
después cometería un error, como todos los demás.
Había sido la
semana mas fría en cincuenta años, contaba Baldomero. Tomé café en el bar
España que estaba situado junto al cuerpo de guardia, señalaba con su mano al
sur, en dirección contraría a la que yo había caminado hasta llegar allí, ahora
hay uno de esos locales llenos de maquinitas donde los jóvenes gastan sus
tardes y más monedas de las que pueden ganar. Al entrar el sargento de guardia
me dio los buenos días. Buenos días Merín. Así me llamaban desde que era un
crío, cortando Baldomerín, y así seguían llamándome muchos aquí. Yo sentía, en
como sonó ese “Merín”, y en como algunos lo pronunciaban, una sentencia que me
condenaba a la desconfianza de los otros, la sombra de una duda que les
empujaba a pensar que no estaban seguros si yo vigilaba las vías. Llegué al
paso frotándome las manos y soplando en ellas para espantar el frío. Segundos
antes, al pasar por aquí mismo, al menos diez o quince hombres rodeaban tres
pilas de leña que ardían levantando unas llamas de casi metro y medio de
altura. Era una de las cosas buenas que tenía ese trabajo, no faltaba leña para
calentarse en invierno. Generalmente rodeaban las naves con ocho piras, una en
cada una de las esquinas, y al abrir las puertas el viento empujaba el calor
que desprendían al interior de la fábrica mitigando levemente las bajas
temperaturas que había en ellas.
Se llamaba Inés.
Recuerdo como la miraban los hombres del pueblo cuando cada mañana pasaba
cargada con la cesta del pan y aceite que acercaba a su padre y dos tíos,
hermanos de este, que trabajaban en los campos cercanos. Olía a romero y
tomillo. Olía a mañana de primavera, y con su olor no solo parecía perfumar los
caminos por los que transitaba sino que subía la temperatura de los mismos,
como si la luz que irradiaba con su blanca tez fuera parte de la cálida luz del
sol de invierno. Recuerdo como la miraban muchos de los hombres de la fábrica
cuando pasaba por ella camino del paso. Miradas cargadas de variados matices.
Deseo, admiración, envidia, ternura, lujuria. Nunca se volvió ante una sola de
las voces que a veces dirigían a ella. Recuerdo los celos que muchas de
aquellas miradas me provocaban y recuerdo las palabras que cada una de las
mañanas me dirigía al cruzar las vías. Buenos días Baldomero, que luego iban
acompañadas de un “hace frío hoy”, o de un “buena mañana tenemos”, o un “esta
semana todavía no había pasado por aquí”. Palabras perfectamente pronunciadas,
con un curioso acento de ninguna parte, regocijándose en cada silaba,
BAL-DO-ME-RO. Palabras sin connotación de ningún tipo, palabras que bien podían
haber sido omitidas sin alterar en absoluto la relación que ella y yo tuvimos,
pero que yo hacía mías y me enorgullecían por ser el destinatario de las mismas.
Algunas veces mi cabeza jugaba conmigo y además de sus palabras podía escuchar
clarines, platillos y triángulos que adornaban más aún aquellos fugaces
segundos de cada mañana. Aquella mañana los triángulos sonaban continuos, como
si un metrónomo regulara la cadencia que habían de tener. Ese fue el comienzo.
Inés corrió entre las vías buscando un gato que escapó de entres sus manos,
mientras en mi cabeza el triangulo y su tedioso ritmo se convirtió en la
campana de aviso de una tragedia. No levantó la vista en ningún momento, corría
en dirección al tren persiguiendo al pequeño animal que saltaba entre las
traviesas de madera. La campana y su ritmo se desvanecieron entre el rechinar
de las metálicas ruedas frenando sobre el hierro de los raíles, un rechinar con
el que muchos de los vecinos del pueblo soñaron durante años. Me gustaría
contarle que en el último momento corrí, salté, agarré del brazo a la bella
Inés y la saqué de allí. Pero solo yo vi como la maquina de aquel convoy
militar acabó con su vida antes de descarrilar. Fue casi lo último que vi. Los
veinte vagones cargados con combustible destinado a los cuarteles del norte,
avanzaban arrastrándose por el suelo levantando una cortina de chispas que en
breves segundos hicieron arder la carga. Aquel cercado del fondo, dijo,
dirigiendo su mano al oeste, era solo una malla metálica que la violencia del
accidente cortó como si fuera mantequilla. Al llegar diez de los vagones a las
dos naves las destruyeron literalmente. El impacto de la carga sobre las paredes
de ladrillo derrumbó las mismas, y el combustible derramado alcanzó las cuatro
hogueras que franqueaban la fábrica por el lado oeste, haciendo volar por los
aires todo lo que había a cuatrocientos metros a la redonda.
Trece hombres
murieron. Yo desperté un mes después en el Hospital General. Mis ojos se
quemaron, dicen que la onda expansiva los abrasó y que si hubiera mirado a otro
lado tal vez no habría pasado. Fue la segunda vez que algo explotó cerca de
Inés, La primera vez aún vivía, tenía ocho años y una granada con la que jugaba
su hermano explotó tan cerca de ella que la dejó milagrosamente sorda, y viva.
Eso lo supe muchos años después.
(Roberto Marcos)
(Roberto Marcos)
No he viajado amig@s a países lejanos, ni a
los más cercanos. Mis viajes han sido de turismo rural y de ciudades cercanas a
Madrid. Pero el viaje que más me ha gustado hacer y que he repetido ha sido a
Toledo. No sé que tiene la ciudad Imperial que me atrae tanto, serán sus calles,
sus monumentos históricos, sus gentes, el peso de la historia que flota en el
ambiente, y te hace retroceder aquellos tiempos en que las tres culturas
convivían allí.
La casa del Greco, impresionantes obras maestras, que te hace
la imaginación la pequeña travesura de ver a este magnífico pintor, plasmando en
los lienzos esas magníficas pinturas. Aunque hay un lugar que me atrae, casi
que me llamarán sus viejas piedras para que lo visite una y otra vez, con
nostalgia cuando me marcho es San Juan de los Reyes. He paseado por su
estancias casi hechizada, transportada aquella época. No muy distinta a esta
que vivimos. Si hay otra ciudad que me hace sentir igual que Toledo es el
pueblo de Sigüenza. Si amig@s, soy una curiosa y entusiasta de la historia y de
sus viejas piedras, tan llenas de historia medieval. Me acuerdo que en un
concurso del colegio, cuando iba a Sexto de la EGB, gane un premio, y ese era
viajar a Sigüenza.
Aún recuerdo el traqueteo del tren, sus sillones forrados de
cuero rojo y yo mirando por la ventanilla empapándome de todo lo que veía para
retenerlo en mi memoria. Como disfrute paseando por sus calles medievales, su
catedral, sus edificios públicos. Años después he vuelto a repetir ese viaje, y
es que, las ciudades que visito y me dejan profunda huella suelo volver y
entusiasmarme visitándolas.
(Mavi Gomez )
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HISTORIA DE UN VIAJANTE
Viajero imparcial, de paso atolondrado
Bagaje ligero y con falta de carácter
Anodino transeúnte de gris semblante
Recorre absorto la urbe salvaje, lo desconocido
Aeroplano tras aeroplano, no cambia su talante
Molesta lluvia que empapa su traje
Angosto es el camino, la vereda punzante
Silencioso y sucio el peaje
Nunca estuvo tan lejos, nunca tan dolido
Pues no quiso regresar a su rutina
Cogió el mapa y se lo jugó a los dados
Escondió la maleta en el viejo hostal
Rentó un auto y condujo, hasta el final
El acantilado redentor le enseño el destino
Su propia vida sin color se lió en las manos
Y hoy en el verde prado, acampa con fulgor
Ese triste redimido, viajero empedernido
Sin raíces ni amigos, que sin hermanos ha crecido
En su rostro se adivina una sonrisa
El color, el amor, el dulzor, el mirar, el correr, el jugar
Por fin, a su tierra ha llegado
Fue duro el tránsito, también el recorrido
Pero se olvidó del olvido.
Fpérez
Ellos pensaron en un viaje con ilusión
Muchas gracias por vuestro entusiasmo y participación.
Lilith.
Bagaje ligero y con falta de carácter
Anodino transeúnte de gris semblante
Recorre absorto la urbe salvaje, lo desconocido
Aeroplano tras aeroplano, no cambia su talante
Molesta lluvia que empapa su traje
Angosto es el camino, la vereda punzante
Silencioso y sucio el peaje
Nunca estuvo tan lejos, nunca tan dolido
Pues no quiso regresar a su rutina
Cogió el mapa y se lo jugó a los dados
Escondió la maleta en el viejo hostal
Rentó un auto y condujo, hasta el final
El acantilado redentor le enseño el destino
Su propia vida sin color se lió en las manos
Y hoy en el verde prado, acampa con fulgor
Ese triste redimido, viajero empedernido
Sin raíces ni amigos, que sin hermanos ha crecido
En su rostro se adivina una sonrisa
El color, el amor, el dulzor, el mirar, el correr, el jugar
Por fin, a su tierra ha llegado
Fue duro el tránsito, también el recorrido
Pero se olvidó del olvido.
Fpérez
Viajar es vestirse de locos
es decir no me importa
resguardo volando lo poco
solo recuerdo una cosa
es desear empezar
Viajares sentirse poeta
es escribir una poesía
es querer abrazar
abrazar al llegar a la estación
deseando la calma y dejar de pensar
Viajar es volverse mundano
es conocer otras gentes
es volver a empezar
empezar extendiendo la mano
aprendiendo del fuerte
PEREGRINO
Camino despacio
enganchado al momento
y cuando el aliento me falta
pienso,
que no soy sólo lo que he vivido,
sino todo
lo que me queda por respirar.
Y peregrino me vuelvo
de un cuerpo que me atrapa,
de un norte que me guía,
y de una boca que me llama
por un nombre,
que le pone etiqueta
al alma de un hombre
que a veces,
prefiere callar.
Y sentir ese miedo
del humano,
no del héroe,
porque equivocarse
nunca es cobardía,
aunque tenga dolor.
Y el gusto de la hiel
que nunca se olvida
y te enseña que en la vida,
la perfección siempre es de aquel
que camina
y no se detiene,
cuando la indecisión
llega de repente
y te marca la mente
y muerde el corazón.
Entonces,
llegado el momento,
me tiraré al vacío
pues la valentía no tiene nombre
mas sí sentimiento
y lucharé,
para ser peregrino
y llegar donde los latidos
no tengan más tormento
sino dulce sueño,
donde el tiempo
nunca se olvide,
de que fui caminante
aunque fuera por error.
(Marta Aubà Salvadó)
Encaminé mis pasos
junto a ti,
con muy poco equipaje.
Ilusiones
y sueños,
alimentados con risas de domingo,
tardes de lectura,
noches de abrazos eternos.
con muy poco equipaje.
Ilusiones
y sueños,
alimentados con risas de domingo,
tardes de lectura,
noches de abrazos eternos.
No hizo falta
billete,
tan solo el deseo de viajar
a tu lado,
haciendo camino.
tan solo el deseo de viajar
a tu lado,
haciendo camino.
Han pasado los
años.
Ahora hay más equipaje,
tal vez menos sueños
y menos ilusiones
pero seguimos juntos,
compañeros de viaje,
hasta que uno de los dos
alcance su destino
(Elena Muñoz).
Ahora hay más equipaje,
tal vez menos sueños
y menos ilusiones
pero seguimos juntos,
compañeros de viaje,
hasta que uno de los dos
alcance su destino
(Elena Muñoz).
Con viento a favor,
rumbo al hogar
tu rostro radiante,
mi casa lunar.
Plegamos velas y ponemos rumbo al país de los sueños que
no encuentran su camino, porque la noche es oscura y el alumbrado escaso,
debido a los recortes del alma cansada de soñar de día.
Echamos ancla siempre tras la última ola que nos haga
retroceder en nuestro navegar. Tomamos respiro, bocanada de oxígeno en la
superficie de nuestro mar particular y proseguimos rumbo hacia no sabemos
dónde, con la incertidumbre guiando nuestro timón, pero con el convencimiento
de que no debemos detenernos más que cuando el viento cese en su soplar. Y
aunque impere la calma chicha y el viento olvide por unos momentos su razón de
ser, estaremos alerta para zarpar ... mejor cuando la luna nos sirva en bandeja
las condiciones óptimas de un mar, testigo de nuestro éxodo hacia el motivo de
ese soñar que nos asalta cada día y cada noche, con los ojos abiertos. Y el
cansancio acumulado en millas y millas de mar, húmeda niebla que penetra por
los poros abiertos de la conciencia, en la bodega, a la fresca.
La única forma de que el sueño encuentre su estela en la
mar (Txaro Cárdenas).
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Creo que desde chico, mi sueño era viajar...Me apasionaba
el hecho de poder conocer mil lugares...mil paisajes....Tuve la suerte de poder
hacer varios viajes, por vacaciones o como éste ultimo "viaje", por
razones de "exilio laboral"....No todos los viajes son felices, sobre
todo cuando tenés que dejar tu lugar, tus amigos, tus historias....y
enfrentarte a mil situaciones diferentes cada día, como puede ser el
idioma...la idiosincrasia, las costumbres o sus comidas....
Tener la posibilidad de viajar, sea por placer, o por
experimentar otras sensaciones es única...solo es cuestión de querer hacerlo, y
animarse...
Ellos pensaron en un viaje con ilusión
creían encontrar lo que buscaban
El viajo con muchos sueños
que quería compartir...
La sensación de nervios
atravesaron su cuerpo..
Cuando uno no quiere pensar,
mas piensa...
Y cuando se planeo ese viaje,
había un sentimiento,
había un deseo,
que con la ansiedad
del encuentro..
fue perdiendo su esencia,
se fue quebrando...
Lo que hubiera sido
un deseo, una historia
de amor, termino
como el encuentro de dos
desconocidos, que
por sus propios miedos
se dejaron llevar
por el desencanto...
y lo que había nacido
en algún momento,
ellos se encargaron de matarlo
en el olvido
(Cuervo Rock)
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Ermitaña del sueño
Mochila en mano los viajo
Viejo cuaderno del karma
Sigue escribiendo sueños…
La sed es necesidad
Nunca en el camino es necesaria
Solo te creara un falso espejismo.
Al ser una falsa sed...
Al ser una falsa sed...
Y todo acaba como empieza
En el mismo lugar
En distinto momento
Vuelve el alma al cuerpo…
(Sonia Cn Cn)
(Sonia Cn Cn)
“El Viaje”
Desconocido
Descolorido, el más desafiante
un
viaje irremplazable
intransferible, individual, indivisible e
inevitable.
Impostergable.
Un
destino al que todos iremos.
Porque
asumir la gravedad
la importancia de ello no es sencillo
necesitamos la grandiosidad del no pensar
nos aferramos a la necesidad
del
sentir, de amar... de que nos amen.
Quebrantada la condena
Intentamos disimular
utilizamos trucos,
marcamos los dados
jugamos
una vuelta más.
Apostamos nuevamente
para no
paralizarnos ante el miedo
rodearnos de ciudades...
de
caminos...
de
flores
de
versos
de
besos
de
mañanas
cuando
verdaderamente lo que hacemos
es
enmascarar el terrible miedo
que
todos sentimos
a morir
en soledad
a que
nadie nos recuerde.
Andamos, tomamos aliento
somos
personajes de ciencia-ficción.
Que a
lo que aspiramos es
... antes de llegar al destino
... antes de llegar al destino
no volarnos los sesos...